martes, 4 de octubre de 2016

Camino de Santiago 16 Hornillos - Castrojeriz

Etapa claramente dividida en dos partes. Hasta Hontanas, como ayer. Amarillos de toda la gama, en suave subida. Un sol naciente reforzaba la tonalidad dominante. Suave descenso intermedio hasta el Albergue de San Bol que representa una isla verde dentro del mar de amarillos. De nuevo subida, aunque con mejor firme. Charla con Ángel, barcelonés de España. Más tarde nos lo volveríamos a encontrar. Grajos  sobrevolando. Hontanas se hace de rogar, pero súbitamente aparece. Divisamos primero la cúpula esférica de su iglesia y una pequeña ermita a la entrada marcada con la "Tau" dedicada a Sta Brígida de la Suecos.
Desayuno en la terraza del albergue- hotel.
Visita a la iglesia y continuamos.
El camino ha cambiado. Paulatinamente va estrechándose hasta convertirse en algo poco más ancho que una vereda. Discurre a media montaña, paralelo a un arroyo. El amarillo ya no domina. Fresnos de ribera y pinos jóvenes nos flanquean.
Un dedo de piedra se yergue a nuestra derecha. Un resto de una torre.
Furgoneta ambulante "sella" al peregrino a cambio de la voluntad y ofrece gorras y bastones. Tomamos la carretera que nos llevará a Castrojeriz. Fresnos la bordean y nos proporcionan una tendida sombra que en verano será de agradecer.
Tras una curva, la sorpresa. La carretera atraviesa arcos góticos de las ruinas del Convento de San Antón. Me trae a la memoria el arco de Cáparra.
Inmediatamente divisamos Castrojeriz. Una loma coronada por los restos de un castillo. A su falda, la población en la que destaca la Colegiata de la Virgen del Manzano. Ya hemos llegado.¡Qué error! Una línea recta y negra siempre flanqueada por fresnos nos llevaba a ella, pero esos cuatro kilómetros se nos han hecho eternos. Parecía que no avanzábamos.
Tras saltarnos varios desvíos y preguntar llegamos a nuestro albergue.
Es una antigua casona, con cordón franciscano en su fachada, rehabilitada y conservada para tal fin. Se está a gusto.
Ducha, lavado de ropa y buena comida en el Mesón acompañados por Felipe, peregrino de Pamplona con el que compartimos alojamiento..
Tras "meditación trascendental", paseo infructuoso por este bello pueblo. Dos magníficas iglesias góticas. Una desacralizada y no visitable; a otra, con culto pero cerrada. Una pena. Por desgracia cada vez es más frecuente.

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